“La gente feliz no necesita consumir”, la brutal declaración del filósofo Serge Latouche
El ideólogo del decrecimiento analiza cómo nuestra sociedad ha creado una religión en torno al crecimiento y al consumismo.
Una bomba semántica. Afirma Serge Latouche que el término decrecimiento es un eslogan, «una bomba semántica provocada para contrarrestar la intoxicación del llamado desarrollo sostenible«, una forma de pensamiento, la sostenibilidad, extendida por el economicismo liberal de los años ochenta, y que propicia pagar por todo.
«Por ejemplo, en el caso del trigo, obliga a pagar por los excedentes, por su almacenamiento y también hay que pagar por destruir los sobrantes«.
«Deberíamos hablar de A-crecimiento«, dijo como una invitación hacia la reflexión sobre nuestro estilo de vida, incluso sobre la exhibición de los superfluo y el enriquecimiento desmesurado.
Desde su punto de vista «vivimos fagotizados por la economía de la acumulación que conlleva a la frustración y a querer lo que no tenemos y ni necesitamos«, lo cual, afirma, conduce a estados de infelicidad.
«Hemos detectado un aumento de suicidios en Francia en niños«, agregó, para aludir más adelante a la concesión por parte de los bancos de créditos al consumo a personas sin sueldo y patrimonio como sucedió en Estados Unidos en el inicio de la crisis económica mundial. Para el profesor Latouche, «la gente feliz no suele consumir«
Sus números como economista aseguran que le dan la razón: cada año hay más habitantes en el planeta a la vez que disminuyen los recursos, sin olvidar que consumir significa producir residuos y que el impacto ambiental de un español equivale a 2,2 hectáreas, y que cada año se consumen 15 millones de hectáreas de bosque «esenciales para la vida«. «Y si vivimos a este ritmo es porque África lo permite«, subrayó. Para el profesor Latouche, cual cualquier tipo de escasez, alimentaria o de petróleo, conducirá a la pobreza de la mayoría y al mayor enriquecimiento de las minorías representadas en la grandes compañías petroleras o agroalimentarias.
Trabajar menos y producir de forma inteligente.
Tachado por sus detractores de ingenuo, postuló trabajar menos y repartir el empleo, pero trabajar menos para vivir y cultivar más la vida, insistió.
Desde un proyecto que calificó como «ecosocialista«, además de consumir menos, la sociedad debería consumir mejor, para lo cual propuso producir cerca de donde se vive y de forma ecológica para evitar que por cualquier puesto fronterizo entre España y Francia circulen hasta 4.000 camiones a la semana «con tomates de Andalucía cruzándose con tomates holandeses«.
Finalizó con una alabanza al estoicismo representado en España por Séneca: «No se obtiene la felicidad si no podemos limitar nuestros deseos y necesidades«.