Manifiesto negacionista (Diario 16)
Luis Carlos Nogués Fundador y secretario general de SOMOS España. 18/11/2021
Este manifiesto va dirigido a españoles de todos los rincones del país –ya se digan de izquierdas o derechas, creyentes o ateos, monárquicos o republicanos- y desde esta humilde tribuna les animo a difundirlo por todos los medios posibles, ante la deriva totalitaria de las “democracias” parlamentarias europeas y mundiales y ante el temor de ver nuestra nación subyugada por la dictadura sanitaria que se va imponiendo en los países vecinos.
- Negamos la imparcialidad, objetividad e independencia de los medios de comunicación que nos bombardean 24 horas al día, 7 días a la semana con alerta, pánico y miedo desde hace casi ya 2 años. Asimismo, aseveramos –en base a evidencias fácilmente verificables- que los mass media españoles comparten accionariado –y, por tanto, intereses- con las Big Pharma (Pfizer, ModeRNA) perteneciendo todos a los conglomerados empresariales Black Rock y Vanguard, entre otros.
- Negamos que haya existido un auténtico debate científico sobre el origen, causa e impacto de la enfermedad denominada COVID19, limitándose el discurso oficial (u oficialista) a dar voz únicamente a quienes reproducen el relato hegemónico (algunos de ellos, incurriendo en grave conflicto de intereses) y criminalizando a quien lo cuestione (como es el caso del doctor Pablo Campra Madrid, profesor de la Universidad de Almería, que ha detectado componentes no declarados por el fabricante en los viales, tales como óxido de grafeno, en un informe pericial).
- Negamos que el proceso de inoculación de los fármacos experimentales que llaman vacunas sea 100% garantista, seguro y eficaz, como muestran las estadísticas: incremento de miocarditis, pericarditis y otras enfermedades cardíacas, ictus, infartos y muertes repentinas en personas primovacunadas o doblevacunadas, aumento de los casos a pesar de altos índices de vacunación, etc.).
- Negamos que sea necesario inocular a los menores de edad, grupo en el que la enfermedad es prácticamente inexistente y, por tanto, condenamos las campañas mediáticas obscenas para la vacunación de menores.
- Negamos la existencia de transparencia en los servicios de salud de las Comunidades Autónomas, que no publican las cifras de fallecidos por COVID19 indicando si las víctimas están vacunadas o no (sólo lo hace la Junta de Extremadura, resultando que aproximadamente el 85% de las muertes por COVID19 se dan en personas primovacunadas, con la pauta completa o con la dosis de refuerzo).
- Negamos la existencia de transparencia en los contratos firmados por la Comisión Europea y las multinacionales fabricantes de los fármacos, en los que se les exime a estas compañías de cualquier responsabilidad en caso de demandas por efectos secundarios graves.
- Negamos que no se esté vulnerando la Ley de Protección de Datos y que se exija a los ciudadanos –a modo de tribunal de Inquisición- declarar públicamente si están vacunados contra la COVID19 o no, como ya hizo el presidente del gobierno al líder de la oposición en el Congreso de los Diputados.
- Negamos ponernos de perfil frente a las amenazas y coacciones de los gobiernos a la población para que ésta se vacune en su totalidad y anualmente (pasaporte COVID o ‘Green Pass’, confinamientos selectivos de no vacunados, etc.), incurriendo en un grave apartheid sanitario que vulnera derechos fundamentales y nos recuerda –trágicamente- a las identificaciones que los judíos tenían que llevar en la solapa durante la Alemania nazi. Máxime cuando el Centro de Detección de Enfermedades de EEUU ya ha demostrado que tanto vacunados como no vacunados contagian y se contagian igual.
- Negamos que exista libertad de prensa y de expresión en redes sociales, cuyos órganos de censura se encargan de eliminar y restringir las opiniones y cuentas de quienes no comulguen con el relato oficial.
- Y, por último, 10) nos negamos a permanecer impasibles ante tamaña pérdida de libertades, depauperación de los servicios públicos (atención primaria, etc.), ruina de la economía y pérdida de puestos de trabajo, y degradación de la calidad democrática en nuestro país aprovechando una emergencia sanitaria que se revela planificada por los poderes fácticos, plagada de incoherencias y sombras que nos hacen preguntarnos si alguna vez recuperaremos la añorada “vieja normalidad”.