Mucho tiempo después llegaron los dados de contar historias. Con unos pictogramas e imaginación se pueden crear todo tipo de argumentos, sin límites ni barreras. Esa fórmula maestra ha sido copiada por los hacedores y difusores de teorías de la conspiración en redes sociales y privadas. En sus elucubraciones no importan la coherencia o el viso de realidad. Priman el disparate, el indicio y la sospecha. Y es imprescindible sugerir que hay poderosos interesados en encubrirlo. ¿El contenido? Casi da igual. Pueden decir que el covid-19 fue diseñado por el comunismo o que el millonario George Soros hace fallar penaltis a Messi con la tecnología 5G (apenas desplegada).
En Twitter circula un diagrama a para crear unas nuevas teorías en cualquier momento a partir una plantilla y factores como la fecha de nacimiento y el porcentaje de batería del móvil. Y salen decenas de combinaciones o extrañas alianzas como «la gripe porcina fue creada para financiar a los terraplanistas». ¿Quién da más? Prueben. Jueguen. Y conspiren. Como Miguel Bosé.